Manuel Flores va a morir./ Eso es moneda corriente;/ Morir es una costumbre/ Que sabe tener la gente./ Y sin embargo me duele/ Decirle adiós a la vida,/ Esa cosa tan de siempre,/ Tan dulce y tan conocida. Cuando Borges escribió aquellos versos en “Para las seis cuerdas” internet no figuraba ni en los apuntes impublicables de Ray Bradbury.

Manuel Flores no tenía Twitter ni Facebook. Tampoco hubiera podido enterarse que apenas diera su último estertor pasaría a ser un hombre bueno al que ya nadie se preocuparía por difamarlo ni vituperarlo.

Borges estaba seguro de que la costumbre era una característica más de la humanidad no del individuo indiviso. Las redes sociales que hoy se colaron en nuestra respiración lo entendieron claramente al laberíntico creador literario.

Si a Manuel Flores le tocara morir por estos días tal vez sería bueno que antes de cerrar sus ojos, cierre la cuenta de Twitter. No es fácil para los amigos saber que nos está siguiendo quien ya no puede correr, ni escribir...

¿Y Facebook? El muro se ha vuelto una tumba. Aún cuando ya no estés, alguien te dejará flores, publicará una foto, o alguien dirá que fuiste una buena persona. Por eso, antes de cerrar los ojos tal vez podrías dejar abierta la cuenta, total, al fin y al cabo con las redes sociales sigue siendo igual, porque nadie se interesa en hablar mal de alguien que ya no está o ¿sí está...?